viernes, 4 de febrero de 2011




El zorro que aprovechó el poder del tigre

Anónimo chino                                         


Un tigre apresó a un zorro.
-A mí no me puedes comer -dijo el zorro-. El Emperador del Cielo me designó
rey de todos los animales. Si me comes, el Emperador te castigará por
desobedecer sus órdenes. Y si no me crees, ven conmigo. Verás cómo todos los
animales huyen apenas me ven y nadie se acerca.
El tigre accedió a acompañarlo y apenas los otros animales los veían llegar,
escapaban. El tigre creyó que temían al zorro y no se daba cuenta que
escapaban por él.

CUIDADO CON LOS RECUERDOS...



Llego a Madrid a las ocho de la mañana. Me voy a quedar apenas algunas horas, no tiene sentido telefonear a los amigos o arreglar algún encuentro. Resuelvo caminar solo por lugares que me gustan y termino fumando un cigarrillo en un banco del parque Retiro.
-Usted parece que no está aquí
–me dijo un anciano, sentándose a mi lado.
-Estoy aquí –respondo. –Sólo que doce años atrás, en 1986. Sentado en este mismo banco con un amigo pintor, Anastasio Ranchal. Los dos estamos mirando a mi mujer, Christina, que bebió más de la cuenta y hace como que baila flamenco.
-Aproveche –dijo el anciano. –Pero no se olvide de que el recuerdo es como la sal: en la cantidad adecuada le da sabor a la comida; pero si se exagera, estropea el alimento. Quien vive demasiado en el pasado, gasta su presente en recordar.
Paulo Coelho

DESTRUYENDO AL PRÓJIMO

TEMA: La crítica constructiva

       Malba Tahan ilustra los peligros de la palabra: una mujer tanto fue pregonando que su vecino era un ladrón, que el muchacho acabó preso. Días después, descubrieron que era inocente; lo soltaron y él procesó a la mujer.
    -Hacer unos comentarios no es algo tan grave - dijo ella al juez.
    -De acuerdo -respondió el magistrado- . Hoy, al regresar a su casa, escriba todo lo que habló mal sobre el joven, después pique el papel y vaya tirando los trocitos por el camino. Mañana vuelva para escuchar la sentencia.
    La mujer obedeció y volvió al día siguiente.
    -Está perdonada si me entrega los pedazos de papel que tiró ayer. En caso contrario, será condenada a un año de prisión- declaró el magistrado.
    -Pero eso es imposible! ¡El viento ya ha dispersado todo!
    -De la misma manera, un simple comentario puede ser esparcido por el viento, destruir el honor de un hombre y después es imposible arreglar el mal ya hecho.
    Y envió a la mujer a la cárcel.